Cuando alguien tiene claro que disfruta de la lectura de una manera voraz, como yo, los fines de semana se convierten en una larga "degustación gourmet" para todos los sentidos.
En esas lecturas, se agudiza el sentido de la vista con las descripciones de lugares nunca visitados, el del oído con el susurro de las palabras leídas pero no dichas, el del tacto con el roce del papel o el de los personajes que bailan para nosotros dentro del libro. También, se agudiza el del olfato y no solo el del olor a papel... e incluso el sentido del gusto.
De repente cobran significado ideas, ensoñaciones, que se encontraban dormidas. Somos capaces de poner en palabras conceptos que andaban escondidos y que surgen de nuestra boca como si estuvieran esperando el momento de salir de su escondite.
Estos son mis pequeños "bocados lectores".
Como veis, hay para todos los gustos y todos lo paladares.
Depende de cada uno elegir por donde quiere empezar a degustar un menú tan exquisito...
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