EL VIAJE MÁGICO
Hola, me llamo Alicia y voy a contaros el mejor, mejor, mejor y mil
veces mejor viaje de mi vida.
Este año mis papas han organizado
un viaje en familia. Tengo un hermano llamado Hugo, mi madre Zoe y mi padre
Eustaquio (esa es mi familia).
Este viaje era sorpresa para mí y
mi hermano, no sabíamos dónde íbamos.
Sería a la playa…
Sería a la montaña…
Sería en España…
Sería
alguna isla…
Si fura en una isla, ¡qué bien!
íbamos a salir de la Península. Nunca habíamos salido mi hermano y yo
¡Qué ilusión! Por primera vez mi
hermano y yo íbamos a subir en un avión. Bueno, voy a contar lo que paso en el
viaje mágico.
Esa mañana nos levantamos muy
pronto, todavía era de noche. Cargamos el coche con las maletas y nos
disponíamos a partir dirección al aeropuerto. De repente, mi madre se dio
cuenta de que habíamos pichado una rueda y tuvimos que llamar a una grúa. Por
eso nosotros nos tuvimos que ir en el tren hasta al aeropuerto.
El día estaba feo, como si fuera
a llover, y hacía un aire horrible. Se veía los árboles como se tumbaban y sus
flores salían volando. ¡Qué ganas de llegar al aeropuerto! En ese momento no me
gustaba ese viaje.
Por fin… en el aeropuerto. El
viaje en tren se me había hecho eterno. Que grande, cuantos aviones. Mi hermano
y yo nos quedamos asombrados. Facturamos las maletas y pasamos por el control
de aduanas.
¿Cuál sería nuestro avión?
Esperábamos que fuera uno de lo que veíamos que eran grandes y gigantes. Pero
no… el nuestro era el más pequeño de los que había allí. ¡Cómo es posible! El
más pequeño, mi enfado de ese momento era grandííííííísimo, no lo entendía. Porque con
todos los aviones que había nos tenía que tocar el más pequeño. Montamos en el
avión, a mi hermano y a mi nos dejaron montarnos en los asientos de la
ventanilla. ¡Qué bien! Por fin algo bueno en ese día tan malo.
El avión despegó y sentimos mariposas
en la tripa. Tengo que admitir que lo pasé un poco mal, fue una sensación nueva
y rara para mi, cuando de repente se puso uno tormenta más grande que una
galaxia…
La azafata nos había dicho que
nos teníamos que mantener sentados y con los cinturones de seguridad puestos,
pues había comenzado una gran tormenta y con las turbulencias no nos podíamos
levantar de nuestros asientos.
¡Qué miedo! Estábamos
pasando por las nubes. A lo lejos se veían rayos. Pero me parecían que estaban
tan cerca que cada vez estaba más asustada. Nuestros padres al ver que
estábamos tan inquietos nos explicaron que el avión era la forma más segura de
viajar y que son super aislantes, que nos calmáramos, que nos pusiéramos una
película. Eso hicimos, poner una peli para distraerme y no pensar en la
tormenta. Después de unas horas de estar en el avión nos habíamos quedado
dormidos.
¿Dónde estamos? Me desperté sobresaltada.
Qué es esto, me quedé pensando y ya… recordé que estábamos en el avión. Levanté
la cortinilla que mi padre había bajado al ver que nos habíamos quedado
dormidos. No me lo podía creer estábamos por encima de las nubes, eran tan
blancas que parecían de algodón de azúcar. Se veían pájaros a lo lejos,
parecían puntitos
en el aire.
El avión descendió un poco,
pasamos entre las nubes. ¡Era algo increíble! Por la ventana todo se veía
blanco. Me preguntaba cómo era posible que estuviéramos dentro de las nubes.
Así pasaron como unos diez
minutos, entonces se empezó a ver todo azul. Ahora todo lo que veíamos era mar,
y en mitad alguna pequeña barca. Aunque, claro, desde mi perspectiva era
pequeña, pero seguro que era mucho más grande de lo que la veíamos. Así
estuvimos, viendo solo el mar, mucho tiempo.
De repente se veía algo a lo lejos, muy lejos.
Algo de diferente color, era marrón. ¿Será tierra? Sí, exacto, era tierra, cada
vez la veía más grande y más cerca. El piloto habló por megafonía, nos dijo que
eran las 2:00 y nos comunicó que durante la tormenta se había tenido que desviar
la trayectoria y que teníamos que aterrizar en otra isla llamada Animales Fantásticos.
El avión se dispuso a aterrizar
en una verde explanada. ¡Aaahhh! ¿Qué está
pasando? El avión estaba dando unos grandes botes. Mi padre nos explicó
que al no haber pista de aterrizaje era normal que el avión diera esos botes al
intentar aterrizar.
Por fin el avión se detuvo. En
ese momento el piloto habló por megafonía: “Querida
tripulación tenemos que hacer una parada de emergencia, nos hemos quedado sin
combustible. Tenemos que quedarnos aquí hasta que otro avión nos lo suministre.
Lamentamos lo sucedido, pueden bajar a inspeccionar la isla. Tiene paisajes
asombrosos, animales diferentes y lugares inimaginables. Muchas gracias y
disfruten de la experiencia.”
Cómo, esto no es posible, no
estamos en nuestra isla, menudo viaje más malo. Desde esta mañana solo nos
pasan cosas malas.
Mis padres se levantaron de sus
asientos y nos dijeron, a mi hermano y a mí, que fuéramos todos a dar un paseo,
que teníamos que ver esto como algo que no era malo, sino que teníamos que
disfrutar de todo. Seguro que encontrábamos varías cosas para no olvidar y que
teníamos que ver las cosas positivas de cada situación. Eso hicimos, bajamos
todos del avión, anduvimos por la pradera verde y nos metimos en un frondoso
bosque. Al final de éste vimos una gran cascada con mucha agua que caía al mar
¡Qué paisaje tan maravilloso!
No podía dejar de observar lo
bonito de ese lugar. Toda esa agua golpeando al caer al mar, como se formaban
grandes arcoíris, contamos sus colores. Unos árboles grandes y rectos que
parecían que llegaban hasta el cielo.
Después de unos veinte minutos o
así observando mis padres nos dijeron que continuáramos explorando. Cogimos un
camino que nos llevaba al lado de un riachuelo. No me podía creer lo que estaba
viendo. Una casa de jengibre y al lado había unos
que tenían un Club de lectura,
me uní a ellos. Allí se encontraban los unicornios:
la unicornio Lucía,
la unicornio Alba,
la unicornio Luna,
la unicornio Lydia y
la unicornio Kathe.
También se encontraba
la jefa de ellas.
Había pájaros con cuerpo de regaliz, que volaban con los helados
frigopie. Y como en todos los cuentos también había una bruja muy malvada que
se llamaba Brujilda y que quería comerse la casa de jengibre.
Pero… vinieron los invencibles.
Sí, eran los de la película y se
pusieron a luchar.
Ganaron los malos…
¡Qué no! Era broma. Ganamos
nosotros, los buenos.
Pero la bruja nos lanzó un
hechizo para que termináramos este cuento.
A la 1, a las 2 y a las 3… este cuento se ha acabado.
Mireya y familia