Puede que esta empinada calle de Chillarón no sea una
avenida de New York, aunque por su largura y esa cuesta, que parece conducirnos
al cielo, a mi me lo haya recordado.
De lo que sí estoy convencida es que si Lorca hubiera visto
lo que le ofrecía esta calle tan estrecha, tan larga, con su infinitud… le habría
inspirado más de un poema.
Y como la mirada se pierde a lo lejos de la calle,
confundida en el horizonte, sin desvelarnos que se esconde al final. Lo mismo
sucede con la lectura de: “¿Arde Nueva York?”, donde la realidad se mezcla con
la ficción, dejándonos perplejos con la historia que se nos muestra, un complejo
entramado político que se parece demasiado al de nuestros días y que nos hace dudar de lo que es real o imaginario.
Dos recomendaciones literarias en una, poesía y narrativa:
Poeta en New York de Federico García Lorca.
¿Arde Nueva York? de Dominique Lapierre y Larry Collins.
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