Hay experiencias que dejan huella, tanto dentro, como fuera de la piel. La Visita Nocturna a la Catedral de Cuenca es una de ellas. Si además vas en buena compañía y rematas con una buena cena, que llena el estomago, y unas buenas risas, que llenan el alma, la experiencia como dice la Canción "es casi religiosa".
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