Hoy han vuelto a venir a la biblioteca los pequeños del colegio. Algo que pretendemos convertir en una especie de ritual semanal. Vienen a llevarse libros para compartir en el aula. Ahora, como a sus compañeros, los recibimos en la puerta de la biblioteca, en la ante plaza que tiene la biblioteca.
Da igual las circunstancias a la que nos tengamos que adaptar, el frío, cargar con los libros, el tener que sacar las mesas afuera... Para esta bibliotecaria es un gusto ver sus ojillos de alegría, con sus mascarillas bien puestas, e interactuar un ratillo con ellos. Un rato breve para lo que nos gustaría, pero ese breve instante reconforta mi labor de bibliotecaria durante unos días y da calor a mi persona.
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