viernes, 25 de septiembre de 2020

¿Cómo llega un príncipe al Polo Norte? Alba te lo cuenta...

          El Príncipe y el Oso Polar
 Había una vez un Príncipe llamado Petter Ban, que vivía en un castillo. Estuvo un montón de años en cama. Catorce o quince años después pasó a ser Rey. 
Un día, como su padre todavía podía mandar, le ordenó ir al sótano y que se convirtiera en lavandera. El príncipe estaba todo el rato en la lavandería, lavando la ropa con la lavadora. El pobre príncipe dormía entre la ropa sucia ¡Qué pena su padre le amargaba la vida! 
Después de un año le mandó aspirar el castillo. Así pasaba la vida: fregando, barriendo, quitando el polvo y aspirándolo con la aspiradora. Hasta dormía debajo de la alfombra porque tenía frío. Entonces, el príncipe decidió irse a la ciudad y acabó en el Polo Norte, donde se encontró un oso polar llamado Petter. 

El príncipe sorprendido exclamó: anda si tengo un tocayo (por cierto tocayo significa que tiene el mismo nombre que tú). 

El príncipe y el oso vivieron un montón de aventuras juntos. Un día de invierno iban, el príncipe y el oso, hacia sus casas por un atajo por el que solo tardaban 5 minutos en llegar. Pero el atajo estaba con hielo, intentaron subir pero no hubo resultado, intentaron reabrirlo pero tampoco consiguieron nada. Entonces, el oso polar se acordó de que su madre cuando era pequeño le había llevado por un camino que se tardaba dos horas ¡2 Horas! 2 horas después llegaron a su casa y se hicieron la cena. Cenaron y se fueron a dormir. 
Al día siguiente se reencontraron el oso polar y el príncipe y se fueron a la calle a ver si el camino seguía helado, como así era, decidieron quedarse en casa y jugar al Cinquillo y al Cluedo. Al tercer día el camino ya no tenía hielo y podían ir a sus casas para desayunar, comer, merendar y cenar. 
De repente el príncipe se cayó y se rompió la pierna, el oso se tuvo que ir a cazar y volver a casa con el príncipe encima. Al llegar a casa el príncipe se puso hielo. 

¡Qué suerte que hay mucho hielo en el Polo Norte! 

Cenaron, durmieron. El príncipe no tardó nada en quedarse dormido porque le dolía mucho la pierna. No pudo salir de casa hasta un par de meses después, estaba aburrido. El día de su cumpleaños le regalaron una tele (televisión) para que no se aburriera en su casa mientras tuviera la pierna rota. Y entre programa y programa el tiempo pasó… 




































Alba Pérez Fernández

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