El forastero
En un lejano país de la vieja Europa, existía un agreste valle conocido
por la aspereza y antipatía de su gente. A los pobladores del valle no les
gustaban las flores, las macetas en los balcones, ni los colores. Cuando a
algún vecino se le ocurría la idea de poner una maceta en la calle o pintar su
barandilla de un color vivo, la gente lo criticaba e intentaba boicotear su
iniciativa.
Habló con el Alcalde y le propuso,
una vez a la semana, hacer en el antiguo teatro una tarde de proyección de cine
para poner películas y documentales e invitar a todos los vecinos a verlas. El
Alcalde aceptó encantado, el también era consciente del problema que existía en
el pueblo. Así que cada fin de semana se proyectaba una película diferente: Qué
bello es vivir, El discurso del Rey, Siete Almas, Mejor Imposible, ect. Se alternaban con documentales de
otros pueblos y civilizaciones que vivían en armonía, adornaban sus casas y
jardines con muchas flores, y los colores cubrían sus calles y plazas.
La gente del pueblo se iba dando
cuenta de que la vida es corta y que no se podían permitir perder el tiempo
hablando mal de los demás. Tenían que hacer algo para estar alegres y confiar
los unos en los otros. Empezaron a llenar calles y fachadas de macetas con
bonitas plantas, pintar farolas con los colores del arcoíris. Comenzaron a
sonreírse entre ellos y se empezaron a escuchar palabras de agradecimiento en
vez de cuchicheos, todo era mucho más animado.
Moraleja: No debemos temer a lo desconocido. Vive la vida, se feliz contigo mismo y no te preocupes por lo que la gente piense de ti. El tiempo que se disfruta es el verdadero tiempo.
Loren
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