miércoles, 28 de octubre de 2020

No es Blancanieves, es Celeste

 El zapatito de cristal.

Había una vez una joven llamada Celeste. Su padre volvió a contraer segundas nupcias. Su madrastra tenía dos hijas muy odiosas y mandonas.

Al poco tiempo Celeste se quedó huérfana de padre y pasó a ser la criada de la casa.

Un día el Rey de aquel reino, hizo saber a los habitantes que les invitaba a un baile. Organizado para su hijo que regresaba de ganar batallas y así de paso buscar esposa.

Llego el día del baile y la madrastra no le dijo nada a Celeste y la encerró. Celeste se puso a llorar porque ella también quería ir al baile. De repente vio una luz convertirse en un hada.

Celeste se sorprendió: ¡Mamá!

El hada era su propia madre que le dijo: ve al jardín y trae la calabaza más grande que encuentres y a tus ratoncitos.

El hada tocó la calabaza y la convirtió en una carroza y a los ratoncitos en unos hermosos caballos blancos. Por último le tocó a ella y convirtió su vieja ropa en un bello vestido y unos zapatos de cristal.

Celeste le dijo: ¡Madre, no sé bailar!

El hada le dijo que los zapatos eran mágicos.


Cuando Celeste legó a palacio todos preguntaban quien era esa joven tan bella. El príncipe bailó toda la noche con ella. Celeste no se dio cuenta de la hora y antes de que diera la última campanada el reloj salió corriendo perdiendo un zapato. El príncipe salió detrás y cogió el zapato.

Al día siguiente, un mensajero salió al pueblo a buscar por las casas la dueña del zapato. El mensajero llegó a casa de la madrasta y preguntó si había alguien más en la casa. Entonces salió corriendo Celeste y le dijo al mensajero:

 ¡Por favor, pruébemelo a mí!

 Al ver la madrastra que le encajaba se enfado muchísimo. El mensajero llevó a Celeste a palacio. A los pocos días Celeste y el Príncipe se casaron y fueron felices.


                                                                                                                        Chari

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